Leo Zuckermann //Juegos del Poder // excelsior.com.mx
Ayer se hizo viral un video en la redes (aquí puede verse: https://aristeguinoticias.com/1209/mexico/video-maestra-baila-durante-co…).
En la misma tribuna que utiliza el Presidente para dar sus conferencias mañaneras, el 16 de agosto se llevó a cabo una sesión para defender los nuevos libros de texto gratuitos. A la maestra Ana María Prieto Hernández le correspondió presentar el libro México, grandeza y diversidad.
Explicaba la docente el nuevo modelo educativo que trata de desterrar el individualismo para sustituirlo por un enfoque de transformación comunitaria. De pronto, en medio de su perorata, la docente se puso a saltar y bailar (es un decir), dizque imitando a un alumno presumido: “Es el individualismo de ‘yo aquí y yo sí sé, y yo me saco diez y tú te sacaste cinco, lero, lero, maromero. Yo sí voy a ser exitoso y tú no’. No es eso. Ahora el asunto es ‘somos uno para todos y todos para uno’”, remató la maestra en plan de mosquetera.
Al margen de su pésimo performance que le valió todo tipo de burlas en las redes (aquí el genial video de Rictus por ejemplo: https://twitter.com/monerorictus/status/1701700369775251525), la profesora claramente no tiene idea de cómo se comportan los niños y adolescentes en las escuelas. Yo no he conocido a ningún buen estudiante que le haga bullying a uno malo. Al revés. Son los vagos los que se burlan de los disciplinados a los que molestan por “cerebritos”, “nerds”, “matados” o “tetos”.
Y, ojo, sí digo que son buenos y disciplinados los estudiantes con las mejores calificaciones.
¿Acaso hemos perdido la razón para decir lo contrario?
¿Los padres de familia ya no deben premiar a sus hijos por haber sacado un diez en una materia?
Por el contrario, ¿tienen que tacharlos egoístas que sólo persiguen el éxito en la vida? “Ay, mi hijito, ya no te esfuerces para estudiar y sacar mejores calificaciones. Lo importante es que contribuyas a tu comunidad, aunque seas un asno que no sabe hacer nada”.
Me van a perdonar, pero yo vengo de una generación donde todavía se ve bien el mérito individual. Aplaudimos estudiar y trabajar para sacar un diez.
Claro, hay quienes tienen un talento natural para obtener buenas calificaciones. Pero otros sí tienen que quemarse las pestañas. Y está comprobado empíricamente que las altas calificaciones producen un mayor éxito en la vida (por lo menos en lo laboral). No a todos, desde luego, pero sí es un indicador que promueve la movilidad social.
Yo no he conocido a ninguna mamá que presuma que su hijo reprobó una materia. En cambio, me he topado con muchas que cacarean con orgullo que su hijo terminó una carrera gracias a las altas calificaciones que obtuvo en la primaria, secundaria y preparatoria.
Si eso es individualismo, que ahí me anoten.
Además, el argumento de la maestra Prieto es a todas luces falaz. Como si la Secretaría de Educación Pública estuviera en una disyuntiva entre formar seres puramente individualistas o meramente comunitaristas.
Al respecto, retomo un comentario que ayer me envió una amiga de una maestra después de ver el video de Prieto:
“Qué posición tan ridícula, el aprendizaje colaborativo nunca ha estado en contra de permitirle a cada estudiante desarrollar su máximo potencial. Actuaciones Educativas de Éxito como la de ‘grupos interactivos’ se sustenta en grupos heterogéneos donde los más aventajados en un tema ayudan a sus compañeros a resolver problemas difíciles fortaleciendo el aprendizaje entre pares”.
Efectivamente, existen modelos probados que combinan lo mejor de los dos mundos: la mejora individual y la comunitaria. Los alumnos más aventajados ayudan a los demás para todos salir adelante. Esto no implica minimizar el mérito de aquellos estudiantes que sacan buenas calificaciones.
Entiendo la aversión de la Cuarta Transformación a la meritocracia. Tenemos un gobierno que está en contra de una sociedad basada en el mérito. Lo consideran como una chocante característica del capitalismo salvaje. Del sálvese quien pueda. De cada uno que se rasque con sus propias uñas. De la competencia implacable donde sólo ganan los mejores.
Yo sí creo en la meritocracia, pero también en el derecho de todos los individuos a comenzar con un piso mínimo de bienestar social para que cualquiera pueda desarrollar sus habilidades y, así, tener éxito en la vida.
Si no, ¿cuál es la alternativa?
¿Que idiotas y vagos tengan los mejores puestos en la sociedad para que la maestra Prieto haga un nuevo performance gorjeando: “Yo aquí y yo no sé, y ya no hay calificaciones, pero yo soy un ignorante y tú un sabio, lero, lero, maromero. ¡Yo sí voy a ser exitoso y tú no!”?
X: @leozuckermann